jueves, 3 de noviembre de 2011

SONETOS DE PETRARCA: EL CANCIONERO

CXXXII

Si no es amor, ¿qué esto que yo siento?
mas si no es amor, por Dios, ¿qué cosa y cual?
Si es buena, ¿por qué es áspera y mortal?
si mala, ¿por qué es dulce su tormento?

Si ardo por gusto, ¿por qué me lamento?
Si a mi pesar, ¿qué vale un llanto tal?
Oh, viva muerte, oh deleitoso mal,
¿por qué puedes en mí si no consiento?

Y si consiento, error es quejarme.
Entre contrarios vientos va mi nave
-que en alta mar me encuentro sin gobierno-

tan leve de saber, de error tan grave,
que no sé lo que quiero aconsejarme
y, si tiemblo en verano, ardo en invierno.

CXXXIV
SONETO A LAURA
Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.

Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.

Veo sin ojos y sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.

Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.

LXI
BENDITO SEA EL AÑO
Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.

Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.

Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.

Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.

CCXCII 
EN LA MUERTE DE LAURA
Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,

Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!

¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía...

Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.

SONETO
Bendecidos el año, el mes, el día
y la estación y el sitio y el instante
y el hermoso país en que delante
de su mirar mi voluntad rendía.

Y bendecida la tenaz porfía
de amor entre mi pecho palpitante,
y el arco y la saeta y la sangrante
herida que en mi corazón se abría.

Bendecida la voz que repitiendo
va por doquier el nombre de mi amada,
suspiros, ansias, lágrimas vertiendo.

Y bendecido todo cuanto escribe
la mente que al loarla consagrada
en Ella y sólo para Ella vive.

6 comentarios:

  1. Desmayarse


    Desmayarse, atreverse, estar furioso,
    áspero, tierno, liberal, esquivo,
    alentado, mortal, difunto, vivo,
    leal, traidor, cobarde y animoso:

    no hallar fuera del bien centro y reposo, 5
    mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
    enojado, valiente, fugitivo,
    satisfecho, ofendido, receloso:

    huir el rostro al claro desengaño,
    beber veneno por licor süave, 10
    olvidar el provecho, amar el daño:

    creer que el cielo en un infierno cabe;
    dar la vida y el alma a un desengaño,
    ¡esto es amor! quien lo probó lo sabe.


    :D

    ResponderEliminar
  2. Soneto a Casandra

    ¿Qué dices, niña, qué haces diariamente?
    ¿Me recuerdas? ¿Qué piensas? ¿Qué te apena?
    ¿No te aflige mi pena permanente
    así como tu imagen me envenena?

    Ante mis ojos siempre estás presente.
    Tu amor, ardiendo, el corazón me llena.
    Distante te contemplo y te oigo ausente
    y ningún otro amor en mí resuena.

    Están fijos tus ojos en mi mente
    y tu risa y tu voz con que deliro
    están en mí grabadas de igual modo.

    Te siento mía y, si me siento ausente,
    es porque vivo en ti y en ti respiro,
    mi único bien, mi corazón, mi todo!

    - Pierre de Ronsard -

    ResponderEliminar
  3. Adriana B. y Raquel H.5 de octubre de 2010, 0:16

    La disolución

    Ella ha muerto y todo lo que muere
    A sus primeros elementos vuelve;
    Nosotros fuimos elementos mutuos,
    Cada uno hecho del otro.
    Mi cuerpo, entonces, entraña el suyo
    Y aquellas sustancias en que consisto
    Crecen en agobiante plenitud,
    Mas no nutren, sino ahogan.
    Mi fuego de pasión, suspiros de aire,
    Tristeza terrenal y agua de lágrimas,
    Que son mis materiales,
    Casi agotados por afianzar el amor.
    Ella, para mi pérdida, renueva con su muerte
    Y podría vivir largamente desdichado
    Si no fuera porque mi fuego crece a la par
    del combustible. Ahora, como esos activos reyes
    Cuya conquista extranjera los enriquece,
    Recibo más, y gasto más, y más rápido me destruyo.
    Ésta (me asombra poder decirlo)
    Esta muerte incrementó
    el uso de mis reservas,
    Así mi alma de veras aliviada
    Viajará veloz hacia las suyas;
    balas que disparadas antes
    Las aventaja una posterior, conteniendo más pólvora.

    ResponderEliminar
  4. Soneto amoroso

    Si dios eres, Amor, ¿cuál es tu cielo?
    Si señor, ¿de qué renta y de qué estados?
    ¿Adónde están tus siervos y criados?
    ¿Dónde tienes tu asiento en este suelo?
    Si te disfraza nuestro mortal velo,
    ¿cuáles son tus desiertos y apartados?
    Si rico, ¿do tus bienes vinculados?
    ¿Cómo te veo desnudo al sol y al yelo?

    ¿Sabes qué me parece, Amor, de aquesto?
    Que el pintarte con alas y vendado,
    es que de ti el pintor y el mundo juega.

    Y yo también, pues sólo el rostro honesto
    de mi Lisis así te ha acobardado,
    que pareces, Amor, gallina ciega.

    FRANCISCO DE QUEVEDO

    ResponderEliminar
  5. Lleno de una ilusión que me desvía
    de todos, y me aísla en este suelo,
    aún de mi mismo recatarme suelo,
    buscando a aquella que esquivar debía.


    Llega con tan suave altanería,
    que el alma tiembla para alzar su vuelo;
    ¡Tantos suspiros trae y tanto duelo
    esta enemiga del amor y mía!


    Tal vez un rayo de piedad, divino,
    que brillar en sus ojos me parece,
    hace que en parte mi temor se venza.


    ¡Mas, cuando hablarla al fin me determino,
    cuando pensé olvidando, me enmudece
    de casto amor la natural vergüenza!

    ResponderEliminar
  6. "Si ardo por gusto, ¿por qué me lamento?
    Si a mi pesar, ¿qué vale un llanto tal?
    Oh, viva muerte, oh deleitoso mal,
    ¿por qué puedes en mí si no consiento?"





    EN LA MUERTE DE LAURA

    Sus ojos que canté amorosamente,
    su cuerpo hermoso que adoré constante,
    y que vivir me hiciera tan distante
    de mí mismo, y huyendo de la gente,

    Su cabellera de oro reluciente,
    la risa de su angélico semblante
    que hizo la tierra al cielo semejante,
    ¡poco polvo son ya que nada siente!

    ¡Y sin embargo vivo todavía!
    A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
    surca mi nave la extensión vacía…

    Aquí termine mi amoroso canto:
    seca la fuente está de mi alegría,
    mi lira yace convertida en llanto.

    ResponderEliminar

Buscar en este blog